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Los servicios esenciales sostienen el verano

En agosto, muchas ciudades cambian de ritmo. Las oficinas se vacían, las persianas bajan y los titulares de los medios de comunicación hablan de desconexión y descanso. Pero hay sectores que no pueden parar. Son los servicios esenciales: limpieza, dependencia, mantenimiento o restauración colectiva, por poner un ejemplo. Ámbitos de nuestra economía que, aunque invisibles para muchos, garantizan que el país siga funcionando mientras otros descansan.

En hospitales, residencias, estaciones de transporte, edificios públicos o industrias estratégicas, miles de profesionales siguen trabajando —e incluso intensifican su actividad— para asegurar el bienestar de todos. Porque el verano trae vacaciones, pero también más desplazamientos, más necesidades de atención y, en muchos casos, mayores exigencias de mantenimiento e higiene.

Personas que sostienen el verano

Detrás de cada servicio esencial hay profesionales que asumen un esfuerzo mayor cuando las temperaturas suben y la demanda crece. En limpieza, equipos que trabajan turnos más largos para garantizar espacios seguros en hospitales, aeropuertos o playas que multiplican su afluencia. En dependencia, auxiliares que cuidan a mayores y personas con discapacidad en jornadas marcadas por el calor, adaptando rutinas y reforzando la hidratación y el bienestar emocional de quienes más lo necesitan.

A estos sectores se suman otros cuya labor resulta crítica en verano. Los servicios de salvamento y socorrismo mantienen una vigilancia constante en piscinas y playas, donde el aumento de bañistas multiplica el riesgo de incidentes y exige intervenciones rápidas ante ahogamientos o golpes de calor. En los contact centers las vacaciones no reducen el trabajo, al contrario: aumentan las llamadas por reservas, cancelaciones o incidencias de clientes en tránsito, lo que obliga a reforzar equipos y estrategias para mantener la calidad del servicio en picos de demanda.

Por su parte, en limpieza de edificios, muchos trabajadores con discapacidad, integrados a través de centros especiales de empleo, redoblan esfuerzos para mantener entornos urbanos en condiciones óptimas pese a las altas temperaturas y al uso intensivo de las zonas comunes durante la temporada estival.

El mantenimiento afronta su propia carrera contrarreloj: ascensores, sistemas de climatización o instalaciones críticas no pueden fallar cuando más se utilizan. En restauración colectiva, se sirven miles de comidas diarias en hospitales y residencias, con menús adaptados al calor y a las necesidades específicas de pacientes y de otros trabajadores esenciales.

Cada uno de estos sectores actúa como una pieza imprescindible de un engranaje silencioso. Su labor no se mide solo en tareas cumplidas, sino en bienestar colectivo: que un hospital pueda atender sin interrupciones, que una residencia sea un refugio seguro o que una ciudad pueda seguir recibiendo visitantes pese a las olas de calor y el aumento consiguiente de la movilidad.

Un compromiso que necesita apoyo

Este esfuerzo, sin embargo, convive con dificultades que no se ven pero que amenazan la continuidad del servicio. Las empresas que sostienen estos sectores arrastran una presión creciente por el aumento de costes y cambios normativos que no siempre se reflejan en los contratos públicos. Si no se corrigen estas distorsiones, la calidad del servicio y la estabilidad del empleo pueden resentirse.

Pero más allá de cifras y marcos legales, lo esencial es entender que, sin unas condiciones adecuadas, quienes cuidan, limpian, alimentan o mantienen nuestras infraestructuras no pueden seguir haciéndolo como merece una sociedad que confía en ellos cada día. Quienes trabajamos en el sector de los servicios esenciales creemos que el verdadero compromiso colectivo empieza por dar a estos profesionales las herramientas para seguir cumpliendo su misión: recursos, reconocimiento y estabilidad.

Porque, cuando llega el verano y muchos desconectan, ellos siguen ahí. Trabajando para que todo funcione. Y eso merece, al menos, que no les dejemos solos.